jueves, 20 de septiembre de 2012

Pixel

Este martes 18 Sisco y yo nos plantamos en el coche allá a las 18:30 para ir hasta Sant Guim de Freixenet, dónde habíamos quedado de 21:00 a 21:30 para ir a buscar a nuestra perrita.
Vivía en una masia situada en Igualada, pero preferimos quedar en un lugar neutro.

Los dueños decidieron dar en adopción a dos cachorritas nacidas el 8 de julio de 2012, descendientes de madre Golden Retriever y padre Perro pastor, ambos de muy buen carácter según nos comentaron.

No sabría describir la alegría e ilusión que tuve en el momento de verla, acariciarla y sostenerla en brazos. Siempre me han gustado mucho los animales pero nunca he podido tener perro en casa, así que os podéis hacer a la idea de la cantidad de buenas emociones que tuve en ese momento.

Las hermanas en su antiguo hogar
La pobre estaba muy asustadita, no entendía lo que pasaba, pocos días antes fue adoptada su hermana y ahora se iba a otro lugar. El camino de vuelta fue largo y lleno de curvas, además de oscuro. Y para colmo teníamos cena familiar. Pixel estaba que no sabía ni dónde meterse, perros ladrando, un montón de gente hablando y gatos "malvados" a su alrededor.
Cuando por fin llegó a casa y le dimos de cenar se sintió más segura. Pasó la noche muy bien, sin llorar.

Al día siguiente lo primero que hice fue llevarla al veterinario para que la examinara y desparasitara.

Cuando la vio me dijo que estaba llena de pulgas y garrapatas y que era tan extremo que tenía la piel irritada. La tuvieron que bañar para eliminar todos los nidos de bichos, además le dimos una pastilla para los cucos internos y acabamos impregnandola de Frontline, para acabar con las pulgas que quedasen.


Pixel antes de entregárnosla
Después de eso estaba todavía más asustada, pero se le pasó muy pronto. Ahora es feliz en su nuevo hogar, juega sin parar y está con una familia que la quiere.


¡Pixel, bienvenida a la familia!

domingo, 16 de septiembre de 2012

La lluna

Ayer fui con mi pareja a disfrutar de una cena, regalo de mi 27 cumpleaños por parte de algunos familiares, a los que se lo agradezco porque nos encantó.

El restaurante se llama La lluna, está situado en Barcelona, en la calle Santa Ana nº20. He de decir que, aún estando en una calle paralela a la Rambla, nos costó de encontrar porque el mismo número daba lugar a un Hotel, y había que girar un callejón donde en su interior se encontraba el restaurante.

La atención fue en todo momento exquisita, camareros muy educados, atentos por si faltaba algo, si terminábamos el plato nos lo retiraban enseguida y no tardaban nada en traer el siguiente.

De primeras nos sentaron en una mesa para dos, acompañando la carta con una copa de cava. Nosotros no tuvimos que mirar la carta puesto que íbamos a una cena degustación de cuatro platos más dos postres.

Los platos fueron los siguientes:

Ensalada con queso de cabra crujiente, chutney de papaya, mango al romero, tapenada y crujiente de arroz.
Creo que es la mejor ensalada que he probado en mi vida, una vinagreta exquisita y  el queso con la guarnición deliciosa, un plato de diez.

Ravioli de espinacas y ricota con crema de trufa y concassé de tomate-perifollo.
Nos cogieron por sorpresa, ya que esperábamos otro plato, pero nos encantó y nos sorprendieron los sabores. Fue divertido intentar averiguar qué llevaba en el interior.


Corvina salvaje con verduras, pimientos del piquillo y aire de remolacha.
Los que me conozcan sabrán que no me gusta nada el pescado, pues con  este plato he descubierto que este me encanta, un sabor muy suave que junto al acompañamiento estaba tremendo. Muy curioso el aire de remolacha, textura muy fina y liviana.


Magret de pato con peras a la vainilla y puré al aroma de ajo-laurel.
Este fue el peor plato sin duda, no quise ni probarlo, estaba extremadamente crudo y sangrante, lo demás era bastante "normal".


Carpaccio de piña al jengibre con sorbete de miel de flor de lavanda.
¿Cómo puede estar tan bueno un helado? Como dijo mi pareja "sabe a abuela" y es que ese olor y sabor a lavanda nos transportaba a la típica casa de nuestros abuelos y esos aromas a flores tan típicos.


Brownie con sorbete de flor de lavanda y crema inglesa.
Clásico brownie, no me gustó que repitieran el helado ya que se trataba de un menú degustación, pero imagino que no tendrían el plato original, de todas formas estaba muy bueno. Este costó que entrase después de los cinco platos anteriores.


El segundo plato lo cambiaron porque de primeras eran unos fideos de arroz con langostinos, albahaca, tomate cherry, calabaza y wakabe, pero estamos igualmente satisfechos con el plato que nos sirvieron. Lo mismo pasó con el último postre, Brownie con sorbete de naranja sanguina y crema inglesa. 

Terminamos con un café y de vuelta a casa.

Una gran velada con la mejor compañía que podía tener, en un lugar nuevo para nosotros, al que no me importaría repetir.