Ayer fui a celebrar mi santo con mi pareja en un restaurante indio llamado Khana, en Barcelona.
El lugar es muy acogedor e íntimo, no demasiado grande, con poca luz y rodeado de cortinas. Lo encuentro ideal para ir en pareja, aunque también tienen mesas especiales para grupos.
Lo primero que me llamó la atención fue la recibida, ya que nos preguntaron en qué idioma queríamos la carta: español, catalán o inglés. Luego nos llevaron a una mesa para cuatro personas. Este detalle lo encuentro importante, ya que en muchos sitios las mesas suelen ser muy pequeñas y resulta incómodo cuando decides compartir platos con los acompañantes.
Nos entregaron la carta y decidimos qué comer. Al rato vino un señor a preguntarnos si sabíamos qué pedir, o necesitábamos ayuda. Al principio no entendía muy bien al camarero, porque tienen servicio multicultural y al parecer nos tocó un muchacho de fuera, pero he de decir que era muy educado y bastante simpático.
Entonces llegaron los entrantes. He de decir que las cantidades son abundantes. Cuando leímos "entrante" nos imaginamos una cantidad más escasa que un plato principal, pero resultó que los entrantes eran de un tamaño considerable. Quizá cometimos el error de no preguntar, pero a la próxima no nos pasará.
Entre los entrantes y el plato principal nos trajeron un sorbete de limón con una hoja de menta para eliminar los sabores y refrescar la boca.
Como curiosidad, comentaros que a nuestro lado había un grupo de personas indias y vimos que estaban acompañando la comida con una bebida un tanto peculiar, unos batidos de yogur conocidos como Lassi. Así que optamos por hacer lo mismo. Mi pareja se decidió por un batido de agua de rosas y yo de mango.
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