He pensado mucho desde entonces en que quería escribir esta entrada, pero no acabo de saber cómo enfocarla. No quiero hacer una redacción triste, ni quiero que parezca algo superficial, simplemente quiero sacar esa tristeza que llevo dentro de mi.
Recuerdo el primer día que vi a la perrita de mi novio. Fue hace más de 6 años. Desde bien pequeña me han gustado mucho los animales, y en especial los perros, ya que nunca me han dejado tener uno en casa. Cuando descubrí que mi pareja tenía cuatro, casi me da un pasmo de la alegría que me entró.
De sus cuatro perros, era la única que se me acercaba con curiosidad y amabilidad. La primera que me dio la confianza y la primera que se vino con nosotros de excursión. Mi pareja supongo que recordará con igual cariño que yo aquella comida en el bosque con nuestra Trufita.
Miles de veces me han contado por boca de muchos de la familia, cómo fue de luchadora esta perra. Que los llamaron para ir a por ella minutos antes de sacrificarla, con sólo un día de vida y lo valiente que fue al sobrevivir a aquellos primeros y duros días.
Siempre me ha sorprendido lo inteligente que era. Todos los que la vieron y conocieron mínimamente lo saben. Era madre de todo bicho viviente que entraba en esa casa, le daba igual si se trataba de un perro cinco veces mayor de tamaño que ella, si con su peso la podían aplastar o incluso si eran de otras especies. Cuando pienso en eso, me acuerdo del día que entró Koko (un gato que convivía con ella) y dos hermanos suyos, recién nacidos y abandonados a su suerte. Y siempre lo recordaré como una anécdota bonita y curiosa, porque era increíble de ver como Trufa se encargó de ellos como si de sus mismas crías se tratasen.
Ayer fue un día triste para todos, pero sobre todo por el día que fue, ya que era el aniversario de mi pareja. Y es muy triste tener que recordar cada año, a día uno de diciembre, que Trufa ya no está.
Recuerdo el primer día que vi a la perrita de mi novio. Fue hace más de 6 años. Desde bien pequeña me han gustado mucho los animales, y en especial los perros, ya que nunca me han dejado tener uno en casa. Cuando descubrí que mi pareja tenía cuatro, casi me da un pasmo de la alegría que me entró.
De sus cuatro perros, era la única que se me acercaba con curiosidad y amabilidad. La primera que me dio la confianza y la primera que se vino con nosotros de excursión. Mi pareja supongo que recordará con igual cariño que yo aquella comida en el bosque con nuestra Trufita.
Miles de veces me han contado por boca de muchos de la familia, cómo fue de luchadora esta perra. Que los llamaron para ir a por ella minutos antes de sacrificarla, con sólo un día de vida y lo valiente que fue al sobrevivir a aquellos primeros y duros días.
Siempre me ha sorprendido lo inteligente que era. Todos los que la vieron y conocieron mínimamente lo saben. Era madre de todo bicho viviente que entraba en esa casa, le daba igual si se trataba de un perro cinco veces mayor de tamaño que ella, si con su peso la podían aplastar o incluso si eran de otras especies. Cuando pienso en eso, me acuerdo del día que entró Koko (un gato que convivía con ella) y dos hermanos suyos, recién nacidos y abandonados a su suerte. Y siempre lo recordaré como una anécdota bonita y curiosa, porque era increíble de ver como Trufa se encargó de ellos como si de sus mismas crías se tratasen.
Ayer fue un día triste para todos, pero sobre todo por el día que fue, ya que era el aniversario de mi pareja. Y es muy triste tener que recordar cada año, a día uno de diciembre, que Trufa ya no está.
1 comentario:
siempre la recordaremos como la mejor perra del mundo
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